miércoles, 21 de diciembre de 2011

Llegará un día!

Llegará un día en el que la raza humana
se habrá secado como planta vana
y el viejo sol en el espacio
será carbón inútil de apagada tea.

Llegará un día en el que el enfriado mundo
será un silencio lúgubre y profundo,
una gran sombra rodeará la esfera
donde no volverá la primavera.

La tierra muerta como un ojo ciego
seguirá andando siempre sin sosiego,
pero en la sombra, a tientas, solitaria,
sin un canto, sin un ¡ay! ni una plegaria
¡sola! con sus criaturas preferidas
en el seno cansadas y dormidas,
madre que marcha aún con el veneno
de los hijos ya muertos en el seno;
ni una ciudad de pie, ruinas y escombras
soportará sobre los muertos hombros.

Desde allá arriba, negra la montaña
la mirará con expresión huraña
¿Acaso el mar no será mas que un duro
bloque de hielo como todo oscuro?
y así angustiado en su dureza a solas
soñará con sus buques y sus olas,
pasará los años en acecho
de un solo barco que le surque el pecho
y allá donde la tierra se le aduna
ensoñará la playa con la luna
y ya nada tendrá mas que el deseo
pues la luna será otro mausoleo.

En vano querrá el bloque mover rocas
tragar a los hombres y las rocas,
oír sobre ellos el horrendo grito
del naufrago clamando al infinito
ya nada quedará de polo a polo
lo habrá barrido todo, un viento solo.
Voluptuosas moradas de latinos
y míseros refugios de beduinos,
oscuras cuevas de los esquimales
y finas y lujosas catedrales.
Y negros y amarillos y cobrizos
y blancos y malayos y mestizos
se miraran entonces bajo tierra
pidiéndose perdón por tanta guerra.

De las manos tomados, la redonda
tierra circundaran en una ronda
y gemirán en coro de lamentos
¡Oh! cuantos vanos y torpes sufrimientos.
La tierra era un jardín lleno de rosas
y lleno de ciudades primorosas,
se recostaban sobre los ríos unas
otras sobre los bosques y lagunas
entre ellas se tendían finos rieles
que eran a modo de esperanzas fieles
y florecía el campo y todo era risueño
y fresco como una pradera
y en vez de comprender, puñal en mano
estábamos hermano contra hermano,
calumniabánse entre ellas las mujeres
y poblaban el mundo mercaderes.
Y vamos todo contra el que era bueno
a cargarlo de lodo y de veneno
y ahora blancos huesos la redonda
tierra rodeamos en hermana ronda
y de la humana nuestra llamarada,
sobre la tierra en pie, no queda nada!